Como estándar abierto, la tecnología KNX proporciona una interfaz de usuario uniforme y cómoda para la automatización de hogares y edificios: desde aplicaciones residenciales a instalaciones comerciales. Gracias a su amplio ámbito de aplicación, con KNX se pueden conectar juntos numerosos dispositivos y sistemas. Por ejemplo, permite adaptar el control de un sistema conectado compuesto por elementos de iluminación, protección solar y climatización de edificios comerciales y servicios básicos a las exigencias del usuario.
Los componentes individuales de un sistema KNX incluyen sensores y actuadores. Los sensores, como es el caso de los termostatos, conmutadores o anemómetros, generan comandos en forma de telegramas. Los actuadores (p. ej., relés de conmutación para cortinas o luces) transforman estos telegramas en acciones. Una línea bus de dos hilos proporciona la conexión y por ende, el tráfico de telegramas entre sensores y actuadores. Con ello, se acaba con la necesidad de conectar los componentes individuales del sistema a la red, lo que reduce considerablemente el cableado.