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Entrevistas 28 de julio de 2020
Diseño de la iluminación: «La luz correcta a la hora adecuada»

Mathias Wambsganß es catedrático de Diseño de la Iluminación y Tecnología de la Edificación en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Rosenheim, forma parte de la asociación alemana de tecnología de la iluminación (Deutsche Lichttechnische Gesellschaft e. V, o LiTG) y es socio fundador de 3lpi, un estudio de diseño de sistemas de iluminación en Múnich. Durante los últimos 15 años, ha trabajado en la supervisión de la energía bajo los auspicios del Ministerio de Economía de Alemania, en el que divide los edificios en «porciones de energía». En esta entrevista, Wambsganß habla sobre el uso de sistemas de iluminación seleccionados negligentemente, la pérdida de ahorros potenciales y la absoluta necesidad de situar a las personas en el centro de cualquier diseño.

Se supone que la iluminación actual es lo más eficiente posible. Al mismo tiempo, los usuarios buscan comodidad. ¿Pueden coexistir estos requisitos?

Sí que pueden, y pueden porque actualmente disponemos de medios de iluminación sumamente eficientes. Atrás quedó la necesidad de optimizar un sistema de iluminación teniendo en cuenta únicamente su consumo energético. Además, el consumo de energía y sus costes asociados deberían considerarse siempre en relación con otros costes. Los costes de personal, por ejemplo, representan una partida mucho mayor en el presupuesto de la empresa. La iluminación de una oficina cuesta, en el peor de los casos de baja disponibilidad de luz natural y periodos de uso prolongados, entre 8-10 euros por metro cuadrado al año. En comparación, las empresas pagan 5.000 euros (y más) por empleado en el mismo periodo de tiempo si tomamos como referencia el mismo espacio. Visto así, debemos dejar de evaluar definitivamente las soluciones de iluminación en función simplemente de sus características energéticas, y comenzar a poner más énfasis en la calidad de la iluminación. Porque, en última instancia, la iluminación ejerce una enorme influencia en el bienestar de los empleados y en su rendimiento.

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Visto así, debemos dejar de evaluar definitivamente las soluciones de iluminación en función simplemente de sus características energéticas, y comenzar a poner más énfasis en la calidad de la iluminación.

Matthias Wambsganß

Catedrático de Diseño de la Iluminación y Tecnología de la Edificación

Si no se utiliza la calidad de la iluminación como base para diseñar un sistema de iluminación convencional en un edificio comercial, ¿qué es lo que se utiliza?

La iluminación de los lugares de trabajo se rige por normas que establecen determinados límites a los que hay que ceñirse, por ejemplo, 500 lux para una oficina. Para muchos, cumplir con estos niveles equivale a calidad de la iluminación. Sin embargo, la iluminancia del sistema de iluminación no puede determinarse de este modo. Es la cantidad de luz que incide sobre una superficie. El efecto sobre el ojo humano, no obstante, depende del material del que está compuesta la superficie.


Además, esta norma parte del supuesto de un empleado de 20 años de edad. Alguien con 50 años, por otro lado, necesita un 50 % más de luz para llevar a cabo tareas visuales en el mismo nivel de calidad. Por tanto, mi primera pregunta es si «500 lux» es si quiera el objetivo de diseño correcto. Si consideramos la productividad y la influencia de la luz en la salud, es bastante evidente que necesitamos más luz para realizar nuestras tareas a determinadas horas. En un foro de expertos en la LiTG, nos cuestionamos si esta norma es sostenible a largo plazo en su forma actual. En este caso, probablemente fuese mejor solución definir un ancho de banda de 500–1.000 lux.

Pero la normativa alemana sobre ahorro energético (EnEV) también incluye especificaciones. ¿Podría entrar su deseo de «más luz» en conflicto con los objetivos de eficiencia?

Aunque no en gran medida, pero sí. Sin embargo, tenemos que analizar la relación total y considerarlo todo desde un punto de vista diferente. Por ejemplo, la potencia instalada frente a lo que utilizamos en realidad, ya que al final, el balance general de energía registra lo que hemos consumido realmente.


Para lograr un buen resultado, tiene más sentido, en mi opinión, adoptar un proceso doble: primero, debemos preguntarnos qué condiciones de iluminación son las más útiles en nuestra situación de trabajo. La importancia de la persona que trabajará en este espacio es fundamental. A continuación, adoptamos las medidas necesarias para configurar la solución de iluminación más eficiente. Aparte de seleccionar productos eficientes, también cabría preguntarse cómo controlar o regular la luz. Aunque ya se ha documentado que instalar algo más de potencia resulta rentable, el posible ahorro de un sistema de gestión de la iluminación es incluso mayor.

La selección de un sistema de iluminación específico se basa cada vez menos en los costes. En lugar de ello, están ganando peso las directrices emitidas por los órganos legislativos, en las que se reconoce la necesidad de tener en cuenta la salud y la productividad del empleado.

La frase clave aquí es «la luz correcta a la hora adecuada», y guarda relación con la cantidad de luz y, donde tenga sentido, con el espectro utilizado. Significa que el tipo y los medios empleados para controlar la luz aún no han evolucionado lo suficiente para que la selección del tipo «correcto» de iluminación sea tan importante como la eficiencia.

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Significa que el tipo y los medios empleados para controlar la luz aún no han evolucionado lo suficiente para que la selección del tipo «correcto» de iluminación sea tan importante como la eficiencia.

Mathias Wambsganß

Catedrático de Diseño de la Iluminación y Tecnología de la Edificación

¿Cómo debería ser en su opinión?

Si consideramos el modo tan sensible y directo en que reaccionan nuestros ojos, resulta realmente complicado controlar o regular la iluminación. Desde mi punto de vista, aún no hemos ahondado lo suficiente en este aspecto. Por tanto, necesitamos información sobre cómo alinear mejor las especificaciones técnicas con la ergonomía del ojo humano. Por ejemplo, si un despacho está equipado con control de iluminación basado en la luz del día, el brillo no debería comenzar directamente al 100 % y, a continuación, descender hasta el valor de consigna. El usuario tendría la sensación de que está demasiado oscuro porque el ojo humano se habitúa rápidamente a los niveles de luz más altos, pero emplea más tiempo en adaptarse a un entorno con poca luz. El mensaje al usuario es inevitablemente que podría tener más luz, pero no la está teniendo. Y a la inversa, la cantidad de iluminación tampoco debería activarse lentamente, aumentando progresivamente en la dirección de la iluminación nominal. El usuario pensaría rápidamente que hay problemas con el interruptor de la luz. Para poder establecer estos valores correctamente en el controlador, el programador necesita conocer los valores adecuados de cada función y, las características de sistema que el usuario espera al encenderlo.

¿Quiere decir entonces que el procedimiento actual de aceptación de los sistemas de iluminación no ha alcanzado la madurez suficiente porque los electricistas no conocen bien las especificidades de la ergonomía visual?

Hasta cierto punto, sí. Muchos expertos aún no son conscientes de ello. En general, desconocen el funcionamiento del ojo humano y, por tanto, no pueden considerar de manera oportuna los factores que entran en juego durante el uso o la aceptación. Esto nos debería llevar a la conclusión de que, en efecto, tiene sentido trabajar hacia un método mejor de uso y aceptación de los sistemas de iluminación. Y no vincularlo a una norma establecida por los órganos legislativos. También podría considerarse, por ejemplo, la información de los fabricantes de controladores de iluminación sobre cómo un sistema con sus componentes funciona de forma más ergonómica en aplicaciones específicas. El conocimiento del que disponemos ahora solo resulta útil para el operador si alguien ha aplicado esta información para mejorar las cosas. Es decir, necesitamos directrices para dictar las mejores prácticas.

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Esto nos debería llevar a la conclusión de que, en efecto, tiene sentido trabajar hacia un método mejor de uso y aceptación de los sistemas de iluminación.

Matthias Wambsganß

Catedrático de Diseño de la Iluminación y Tecnología de la Edificación

¿Asume entonces que su reivindicación de promover la calidad de la iluminación a través del control de la iluminación determinará el diseño y la tecnología de los sensores?

Es probable que no haya otro remedio, ya que los sensores disponibles en la actualidad solo miden, por lo general, el brillo en combinación con la presencia. Si nos fijamos en el tema de «la iluminación y la salud», necesitamos sensores para evaluar la luz que la función no visual del ojo recibe, o para medir la composición espectral de la luz. El catedrático Herbert Plischke, titular de la cátedra subvencionada «Lighting and Health» en la Universidad de Múnich, está experimentando en estos momentos con sensores que contribuirán a determinar estos parámetros. Sin embargo, asumo que harán falta algunas aplicaciones a gran escala para que estos sensores sean asequibles.

¿Cree que un sistema que funciona bien difiere desde el punto de vista de la inversión de uno que no funciona bien? El uso de tecnología es a menudo bastante similar...

Lo cierto es que no hay ninguna diferencia en cuanto a hardware. He visto soluciones de iluminación con costosos componentes que no funcionaban, o que solo funcionaban de forma limitada. Obviamente, el hardware puede dar lugar a errores, por ejemplo, si se ha seleccionado un sensor con funciones que no son compatibles con el lugar de instalación. Sin embargo, si damos por hecho que los diseñadores han seleccionado los componentes correctos, entonces la pregunta es si el aumento del gasto se produce durante la puesta en servicio, o en otras palabras, si el problema tiene que ver con las dimensiones o los parámetros seleccionados. En cuyo caso, creo que sí. Sin embargo, tengo la certeza de que este gasto debe asumirse. Si los desafíos de diseño están bien documentados, los propietarios de la edificación no deberían consignarlos como gastos «extra».

¿Podemos esperar ahorros durante el uso si la puesta en servicio se ha ejecutado de forma correcta?

No necesariamente. No obstante, se ahorrará la molestia de parte de sus usuarios, y eso casi no tiene precio. Si una puesta en servicio descuidada del sistema deja los controles prácticamente inservibles, como es natural, los costes operativos van a aumentar. El ahorro potencial desaparece.

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Se ahorrará la molestia de parte de sus usuarios, y eso casi no tiene precio.

Matthias Wambsganß

Catedrático de Diseño de la Iluminación y Tecnología de la Edificación

Los requisitos de la normativa alemana sobre ahorro energético (EnEV) también se aplican a los edificios existentes. En su opinión, ¿alcanza el ahorro potencial de la iluminación valores como para presupuestarlo durante una renovación?

Naturalmente, depende de la antigüedad del sistema actual y del alcance de la renovación. Sin embargo, con solo hacerse una sencilla pregunta: «¿cuanta luz por vatio consumido llega realmente al espacio?», se obtiene rápidamente un resultado positivo. Si comparamos las luces LED modernas con los tubos fluorescentes convencionales de hace 15 años, les separa un factor cercano a dos. El mero hecho de cambiar las luces puede observarse como la oportunidad de ahorro más asequible. La automatización del sistema es otra opción que proporciona un ahorro potencial adicional.

¿Qué retos observa más a menudo en los proyectos de renovación?

Una renovación integral, es decir, cuando se instala cableado nuevo, funciona como una construcción nueva en lo que respecta a los diseñadores. Una renovación parcial es bastante diferente. Si los puntos de luz del techo se mantienen, es decir, solo hay una línea de corriente disponible, entonces, las soluciones se encuentran con grandes restricciones que irán más allá de los interruptores de encendido y apagado analógicos tradicionales. En el futuro, ese sería un motivo para recomendar las soluciones inalámbricas.

Imagine que fuese operador y pudiera decidir el sistema que instalaría. ¿Considera beneficioso que su propio personal pueda sustituir los componentes defectuosos o adaptar el sistema en caso de reestructuración del espacio?

¿No son muchos de los sistemas básicamente privados porque portan los distintivos del programador? Incluso cuando se selecciona un sistema de código abierto, durante la puesta en servicio se genera un cierto nivel de dependencia. Frente a esto, lo que está describiendo parece casi un sueño. Tendría que ser así: si reestructuro el espacio, podría asignar las luces e interruptores con mi propio personal y no necesitaría contratar a un costoso programador especializado. Como operador, no estaría nada contento con un matrimonio forzado con mi programador de sistemas.

Entrevista: Martin Hardenfels y Julia Ockenga

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